Debemos vivir como peregrinos en esta tierra, y esta vivencia debe ser caracterizada por dos acciones:
- Abstenerse de los deseos carnales que batallan contra el alma.
- Mantener una buena manera de vivir entre los gentiles.
Por nuestra condición de humanos, existen en nosotros motivaciones que nos intentan llevar a tomar decisiones en una cierta decisión. Si eso lo unimos a la existencia de cosas que podemos querer, sean buenas o malas para nosotros; encontraremos la situación propicia para los deseos carnales.
Este deseo carnal es la codicia de una cosa, sea buena o sea mala, incitado por nuestra condición humana.
Un coche no es malo, y muchas veces sentimos ganar de querer cierto coche. Si eso nos lleva al punto de tener un deseo intenso por tenerlo (codicia), ahí es donde está el problema. Esa codicia por esa cosa hará que haya una "batalla contra el alma" que entorpecerá nuestro caminar recto delante de Dios.
Entonces, si llegamos a esa situación, ¿Qué debemos hacer? La palabra de Dios es muy clara: Abstenernos. Debemos de autolimitarnos, para que esos deseos no controle nuestro caminar, y ciegue nuestro entendimiento.
Esta forma de vivir es fundamental en la vida de peregrinos, porque estas cosas que podamos codiciar están en el lugar equivocado. Nuestros deseos más intensos deben estar puestos, no en cosas terrenales, sino en cosas celestiales.
Esto nos lleva a la siguiente acción.
Este autocotrol de nuestros deseos, provocará en nosotros una evidencia externa: una buena manera de vivir.
Esta forma de vivir debe de ser "constante en el tiempo". En nuestro andar, el haz de luz que fluye de nuestro interior debe de ser avivado para que siga dando luz, porque muchas circunstancias en nuestras vidas intentarán que no siga brillando.
Aunque seamos tildados de "malhechores" debemos de seguir en nuestra buena manera de vivir, porque "en el día de la visitación" el Señor demostrará el resultado de nuestras acciones y los otros "glorificarán a Dios" por ello.
La vida de peregrino no es fácil. Pero el peregrino tiene una cosa: fe en una esperanza. Obra según un peregrino, y recibirás la recompensa que los peregrinos obtienen al llegar a su destino.