El mensaje de Juan era claro y conciso: “ARREPENTÍOS” (Mt 3:2). Él fue el mensajero para clamar “Preparad el camino al Señor” (Mr 1:3), y este mensaje fue también el proclamado por Jesús (Mt 4:17). Este mensaje llegó a los corazones de muchos por sus ojos y oídos y creyeron en él (Jn 10:42), sin embargo, es triste que por rechazar este mensaje, también constató el cumplimiento de la profecía de Isaías:
“De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.” (Mt 13:14,15)
Hoy también es lamentable encontrar esta realidad en muchos a nuestro alrededor, pero más triste es cuando la encontramos entre creyentes.
Muchos al igual como los judíos decían: No tenemos que hacer frutos dignos de arrepentimiento porque “tenemos a Abraham por padre” (Lc 3:8), dentro de ellos dicen: Nosotros no debemos arrepentirnos porque “somos hijos de Dios”, y ya nos arrepentimos y Dios nos perdonó y tenemos la seguridad de una vida eterna con él en los cielos.
Al igual que la respuesta de este razonamiento judío fue: “os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Lc 3:8), la respuesta a este pensamiento actual podría ser: Cuidado con la arrogancia de tus pensamientos porque Dios puede tener hijos en las personas que menos imaginas.
A TODOS nos faltan MÁS frutos dignos de arrepentimiento, porque si no corremos el peligro de que nuestro corazón se “engrose”, se engorde, se haga pasivo, se endurezca por la falta de ejercicio.
Necesitamos seguir trabajando con nuestro corazón, seguir moldeando nuestro corazón por medio del arrepentimiento digno para que sigamos teniendo un corazón sensible para Dios.
Cuando el mensaje de “arrepentíos” llegue a nuestro corazón, conseguiremos también “preparar el camino al Señor” porque como se decía de Juan: “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc 1:17)
Cuando el pueblo del Señor
tenga un corazón sensible por
hacer frutos de arrepentimiento,
el Señor tendrá un pueblo bien
dispuesto, preparado y equipado
para cumplir su voluntad.
“De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.” (Mt 13:14,15)
Hoy también es lamentable encontrar esta realidad en muchos a nuestro alrededor, pero más triste es cuando la encontramos entre creyentes.
Muchos al igual como los judíos decían: No tenemos que hacer frutos dignos de arrepentimiento porque “tenemos a Abraham por padre” (Lc 3:8), dentro de ellos dicen: Nosotros no debemos arrepentirnos porque “somos hijos de Dios”, y ya nos arrepentimos y Dios nos perdonó y tenemos la seguridad de una vida eterna con él en los cielos.
Al igual que la respuesta de este razonamiento judío fue: “os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Lc 3:8), la respuesta a este pensamiento actual podría ser: Cuidado con la arrogancia de tus pensamientos porque Dios puede tener hijos en las personas que menos imaginas.
A TODOS nos faltan MÁS frutos dignos de arrepentimiento, porque si no corremos el peligro de que nuestro corazón se “engrose”, se engorde, se haga pasivo, se endurezca por la falta de ejercicio.
Necesitamos seguir trabajando con nuestro corazón, seguir moldeando nuestro corazón por medio del arrepentimiento digno para que sigamos teniendo un corazón sensible para Dios.
Cuando el mensaje de “arrepentíos” llegue a nuestro corazón, conseguiremos también “preparar el camino al Señor” porque como se decía de Juan: “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc 1:17)
Cuando el pueblo del Señor
tenga un corazón sensible por
hacer frutos de arrepentimiento,
el Señor tendrá un pueblo bien
dispuesto, preparado y equipado
para cumplir su voluntad.